¿Donde estoy? y ¿A donde voy?

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¿Donde estoy? ¿A donde voy?

¿Dónde estoy? Y ¿A dónde voy? Dos de las preguntas más comunes en el ser humano y curiosamente dos de las más difíciles de responder filosóficamente hablando. Hace por lo menos 10 siglos atrás esas preguntas tienen respuestas relativamente simples:

1ra: Aquí 

2da: a Dios

Para las sociedades antiguas (en términos generales) las respuestas a preguntas tan complejas (que ahora son complejas) como estas, no implican estructuras de pensamientos tan elaboradas como quizás hoy en día usamos. 

¿Dónde estoy?

En términos de tiempo estás en el presente, mientras que en términos de espacio estás en cualquier lugar que te encuentres leyendo esto. En términos filosóficos, tu posición sí que varía, a pesar de que los aspectos físicos siguen jugando un papel relevante. Particularmente me parece que el lugar en donde estamos tiene mucho que ver con la percepción de la realidad que tenemos, es por eso que muchos de nosotros podemos experimentar circunstancias relativamente similares pero aun así, vernos en posiciones distintas. 

Entonces, me encantaría someter a su consideración la siguiente hipótesis:

— En términos filosóficos tu estado actual, guarda una relación directa con la manera en la que estás experimentando las realidades de tu vida, visto desde una óptica integral, entiéndase integral como: lo espiritual, lo material y lo intelectual. 

El mundo exterior y ¿Donde estoy?

El mundo es el mismo para todos y todos somos diferentes. Si estos dos enunciados son ciertos, al agregar el elemento “percepción” podemos concluir que salvo ciertas excepciones, la imposición de creencias, actitudes, y cualquier otro elemento de naturaleza similar, a pesar de no nacer desde el propio ser, es este quien la alimenta.  

Lo anterior descarta en gran medida el concepto de que nuestro estado depende o es un subproducto exclusivo de nuestro entorno, y nos deja con la verdad expresa de que hay una responsabilidad de nuestra parte. 

¿A dónde voy?

De todas las preguntas existenciales que pudiéramos hacernos, esta sin duda es una de las más subjetivas. Si bien es cierto, que si lo vemos desde un punto de vista espiritual, vamos a donde sea que Dios nos lleve y eventualmente a encontrarnos con Él, filosóficamente no siempre esa conclusión nos satisface (aunque debería). 

Más frecuentemente de lo que pensamos nos encontramos luchando con esta idea, en la búsqueda de un descubrimiento más profundo acerca de nosotros y nuestro pequeño universo personal. Me atrevería a decir que la respuesta a esta pregunta se encuentra en la combinación equilibrada de los componentes de la realidad: espiritualidad, materialismo e intelectualismo; en donde cada uno de estos nos indica, algunas veces de forma sutil, otras veces tan claro como el agua, cuál es nuestro destino. 

— El lugar en donde debo estar es congruente con lo que el mundo espiritual, material e intelectual me está indicando, y creo que la clave fundamental para llegar ahí, está en otorgarle a las emociones su lugar (secundario), amén de ellas mismas. 

Conclusión 

Con este artículo no pretendo hacer nada más que expresar lo que pienso acerca de este tema, sin que eso se constituya en una piedra de tropiezo para nadie, más bien, tengo el deseo de que si algo esto hace por alguien, es brindarle luz, acerca de si mismo y el mundo que le rodea. Nuevamente agradezco la atención y el deseo de leer lo que sea que un servidor tenga para decir. 

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